26/7/14

Gerardo Morales y los espejitos de colores


Cuando los tiempos electorales se acercan, los politiqueros de turno suelen abrumarnos con propuestas y promesas de toda laya, siempre tratando de sorprender la buena fe de las personas.
Las obras faraónicas suelen ponerse arriba del escenario y cuando provienen de candidatos devaluados y con una credibilidad absolutamente depreciada, son repetidas con un énfasis inversamente proporcional al sustento técnico que puedan tener.
Este es el caso de la promesa y la tenaz insistencia de Gerardo Morales con la mentada zona franca para La Quiaca, propuesta que apunta sólo a endulzar los oídos de los quiaqueños y rapiñar algunos votos de la peor manera.
Morales afirma como único sustento de su iniciativa, que la zona franca será la solución para los problemas de La Quiaca y le achaca a su media naranja Eduardo Fellner, que la iniciativa no se concreta. De esta manera el eterno senador radical busca tener un discurso que lo muestra con una vaga propuesta y supuestamente enfrentado al régimen fellnerista.
Las zonas francas son espacios en los cuales la mercadería no es sometida al control habitual del servicio aduanero y tanto para su importación como para su exportación, no están gravadas con tributos, salvo las tasas retributivas que pudieran establecerse, ni alcanzadas por prohibiciones del Código Aduanero.
El objetivo de estas Zonas es fomentar el comercio y la actividad industrial exportadora a través de la reducción de costos y la simplificación de los procedimientos administrativos, ofreciendo, además, incentivos fiscales.
Para que una zona franca tenga éxito, debe tener clientes, empresas que estén dispuestas a asentarse en el predio determinado, pero para que las empresas puedan llegar a instalarse deben existir una serie de condiciones e infraestructura que La Quiaca aún no tiene y a eso Morales lo sabe y lo omite de manera deliberada, ya que decirlo dejaría en evidencia lo frágil de su discurso.
La conectividad es un elemento esencial para que se instalen las empresas; los compradores y vendedores deben tener cómo llegar y por sobre todo deben tener alternativas para enviar y recibir sus productos.
Actualmente La Quiaca cuenta con una sola carretera, el trasporte por ferrocarril es inexistente y el aeropuerto está cerrado.
Este no es un dato menor; el camino hasta La Quiaca por carretera no es fácil desde San Salvador de Jujuy y es mucho más complejo aún si se pretende llegar hasta Tarija o algún otro centro urbano de Bolivia.
Para que la zona franca en La Quiaca pueda funcionar, indefectiblemente deberá contar con conectividad, además de otros servicios esenciales como el suministro de energía eléctrica en baja, media y alta tensión; la provisión de gas natural; además de fibra óptica y otros elementos que agilicen las comunicaciones que exigen los tiempos modernos.
Al no contar con trenes ni aviones, probablemente el bueno de Morales proponga la construcción de un puerto de aguas profundas sobre la margen argentina del Rio Internacional.
Morales debe saber que las zonas francas no son grandes mercados de pulgas que viven del menudeo. Las zonas francas son ámbitos de grandes negocios, donde las empresas mueven importantes volúmenes de mercaderías.

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