La década ganada parece haber esquivado a numerosos barrios de la provincia de Jujuy.
Una generación está hundida en la droga, en los micro infiernos que la dupla Fellner–Jenefes supo concebir durante todos sus años en el poder.
Tanto en la capital como en el interior de la provincia, la marginalidad sigue intacta y a esta altura representa una verdadera tragedia social, luego de los años en los que, según el propio Eduardo Fellner reconoce, ingresaron a la provincia la mayor cantidad de recursos de toda su historia.
En los barrios Azopardo, Malvinas, Alto Comedero, existen sitios que constituyen pequeñas muestras del desastre que hizo la droga en la provincia de Jujuy.
Miles de familias trabajadoras, que pelean todos los días con honestidad para mejorar sus condiciones de vida, conviven en estos sitios con jóvenes, en muchos casos niños, que caminan zombis por las calles a consecuencia del consumo de pasta base, el desecho de la cocaína que circula a mansalva.
Los varones delinquen. Las mujeres se prostituyen. El salvajismo se hace presente, cuando lo único que importa es obtener una dosis.
Después sobreviene lo peor. Los grupos se juntan con su dosis de papel y dan paso a un festival de consumo, que es lo más parecido a una escena satánica, pero en los barrios de Jujuy.
El infierno que se observa en las imágenes se formó lentamente durante años en los barrios marginales de la provincia.
Los vecinos saben dónde se vende la droga; conocen a quienes consumen; identifican a los dealers, pero nadie se anima a hablar.
La razón principal es que al Estado no le importa este problema. La provincia de Jujuy sostiene desde hace dieciséis años en el poder a una generación de dirigentes políticos que prefieren ignorar lo que pasa en barrios como Azopardo o Malvinas.
Sólo en el último año, la dupla que gobierna Jujuy, destinó diez veces más al gasto en publicidad y propaganda que a la lucha contra las drogas.
Coherentes con esta política de abandono, Fellner y Jenefes sostienen desde hace tres gestiones en el área que se ocupa de prevención de las adicciones, a Eduardo Huascar Alderete, un ex gobernador, que se aferra a los cargos públicos desde la década del ochenta y cuyo máximo antecedente en la lucha contra las drogas es la entrega de folletos.
Así, la pasta base arrasa en los barrios marginales de Jujuy y ya se llevó puesta una generación de jujeños humildes y va por más, aunque Fellner y Jenefes pretendan que no existe.